Oh, Murphy…

Por: Leonardo Medina Lozano

Bueno Michael, creo que sería bueno que me explicaras porqué estás aquí

Bueno, y así inicia este cuento, a partir de un comentario con un particular tono irritante, que siempre cuando lo escucho me provoca unas ganas de molestar al remitente de esa voz. Mi nombre es Michael, y al parecer fui llamado al despacho del director por razones que obviamente no revelaré, ya saben, por cuidar la trama y que no me tachen de dar spoiler, me dirán estafador, cínico e idiota, pero JAMÁS permitiré que me digan spoilero, ¡sobre mi cadáver será!

¡Es un gusto volver a verlo Pete! – sarcásticamente, devolviéndole el favor como buena persona que soy– ¿Qué cuenta la familia?

DI-REC-TOR Peterson, recuerda que soy tu director, no uses el hecho de que nos vemos seguido, y más de lo que me gustaría, para tratarme como igual – Pete es un viejo flaco y de tez pálida, con un cabello gris como la pelusa que se amontona en mi ropa, pero el cabello peinado hacia atrás, otorgándole un tono de elegancia a su apariencia; eso y sumando el hecho de que siempre trae todos los días el mismo traje de color café, que le queda a la perfección para ser honestos… la verdad, es muy atractivo si lo pienso… y todo estaría perfecto si le quitáramos su actitud de viejo cascarrabias… pero… me cae bien.

Pues aún sigo pensando que me debería dar una hoja de sellos, a mí me parece una buena idea, usted sabe, para premiar mi dedicación hacia usted

– ¿Acaso crees qué esto es una broma?

En realidad, lo considero mero entretenimiento-.

Juro que, si sigues con esa actitud, ¡NO DUDARÉ EN SUSPENDERTE! – Dijo, exclamándome, mientras su saliva me empapaba la cara-. ¡Y te aviso que ganas no me faltan!

Está bien, está bien… no se enoje… pero realmente quiero mi hoja de-.

– ¡MICHAEEEEEEEEL! – ¡Dios!, debería a aprender a tranquilizarse.

Pues, creo que sería buena idea contarle mejor lo que pasó, ¿no?

– Y crees bien.

–  Pero le tengo que decir que es una historia algo larga –

– ¿Qué cosa podría sucederle a un chico de 14 años? – créame, se sorprenderá tanto como yo.

Pues, creo que debería empezar desde el principio –

Bueno, para empezar, es el año 2080, obviamente, en el futuro. – Espera, ¿a quién le estás diciendo todo eso? -.  – ¡Cállese y déjeme contar la historia!… aghh… ¿por dónde estaba? -.

La tecnología ha dado un salto enorme, todo es más bonito y robótico. En las calles hay gente en “hoverboards» de verdad, camiones de basura automáticos, reemplazando a los queridos señores basureros de antaño y otros detalles que la verdad me da pereza contarles. ¡Ah!, casi se me olvida que también hay autos voladores por propulsión gravitacional, eliminando de una vez la contaminación por los gases y los accidentes automovilísticos terrestres… pero creando, lamentablemente, nuevas clases de accidentes aéreos… bueno, no todo podía ser perfecto, ¿verdad?

Ya cortando con la introducción, me desperté en la mañana con el buen humor que me caracteriza… enojado, porque el estúpido gallo del viejo Carl, el señor Quacks, me despertó. Díganme, ¿a quién le parecería buena idea tener a esa abominación en el vecindario? ¡Es una verdadera estupidez! Juro que cuando tenga a ese pedazo de basura con plumas en mis manos, sólo Dios sabe lo que haría.

Terminando con mi usual rito de venganza, procedí a arreglarme, porque lamentablemente, era día de escuela. Bajé a buscar al señor Timothy, nuestro androide de apoyo, que ha estado con nosotros desde que tengo memoria. Pero, desde que mi madre murió, Tim nos ha apoyado a mí padre y a mí, él solo, sosteniendo toda la casa. Tim, si un día planeas revelarte contra la humanidad con tus amigos metálicos, seré el primero en inclinarme a ti como mi amo.

Buenos días, pequeño amo, su desayuno ya está listo, su padre acaba de desayunar

Buenos días, Tim, ¿en dónde está mi padre? – le pregunto mientras me siento. Como siempre, mi padre no está para desayunar, rara vez lo hacemos juntos. No me molesta, y no es porque estemos mal, él siempre ha sido así desde que tengo uso de razón. La verdad no se qué le veía mí madre.

– El señor está en su taller. Lo escuché gritando de felicidad mientras corría hacía allá, dijo que encontró un nuevo juguete”-

– ¿Ahora qué será?

Después de desayunar, salí de la casa para ir al taller de mi padre que es en realidad el garaje de nuestra casa transformado y adaptado para soportar las locuras que se le pasan por la cabeza. Mi padre es a veces como un niño y cuesta soportar su gran optimismo y pasión.

¿Papá, que estás haciendo? – le pregunto mientras lo veo acostado en el suelo con medio cuerpo dentro de lo que parece ser una carpa cubriendo lo que creo que es, su nuevo “juguete”.

Michael, ¿eres tú? Aguántame un segundo – sólo escuchaba sonidos de esfuerzo al intentar levantarse-. ¡Ya está!, Michael, mira lo que conseguí – lo decía con una sonrisa en su cara mientras destapaba su gran premio, al parecer sentía orgullo de lo que encontró.

¿Qué es esto? –Parece una especie de moto–. Es el XLR 82000, lo conseguí a un buen precio, esta preciosura era lo máximo hace años.

– ¿Antes de la actualización de seguridad de los motores de propulsión?

– Si, pero no te preocupes, acabo de instalar la actualización de seguridad y corregí algunos detalles por ahí.

– Papá, creo que no sería buena idea que salgas con eso a la calle – Mi padre no es el mejor mecánico que digamos, el último de sus “juguetes” provocó que nos quedáramos en casa del tío Sebastián, y créanme cuando les digo, no tengo ganas de compartir cuarto con los demonios de sus hijos.

¿Qué locuras piensas, Michael?, tranquilo tengo todo bajo control – no, no lo tienes-. Vamos, despeja el camino, es hora de despertar a la bestia.

Mi padre, después de decir esas palabras con tanta seguridad, encendió la XLR y al parecer todo parecía correcto, la casa aún estaba intacta y yo aun no tenía quemaduras de segundo grado en mi cuerpo.

¿Veees? ¿Qué te dije? Lo tengo todo bajo control.

– ¿Qué sucede aquí? – de pronto, Tim entró al taller para checar lo que estaba pasando.

Al parecer el juguete de papá no quemó la casa.

– ¿Entonces no traigo el extintor?

– No, no creo que sea necesario.

– Que poca confianza me tienen, ¿saben?… okaaay, estense listos, que aquí viene lo bueno.

De pronto la moto empezó a levitar y nos quedamos Tim y yo sorprendidos, no por ver a la moto levitar, era porque estaba funcionando, algo que era poco creíble siendo mi padre el mecánico.

Es hora de darle… aquí vamoooooooooooooooooooos – Al momento de acelerar, mi padre lo único que pudo hacer fue gritar, creo que la reparación no fue del todo un éxito, sólo veía como mi padre se alejaba hasta el horizonte, ya sólo podía escuchar los aullidos desde lejos.

Que decepción, en realidad creí que lo lograría –

– Según mis cálculos, a la velocidad que va, y si no chocara con algo antes, no volverá hasta mañana en la mañana. Pero no se preocupe pequeño amo, su padre estará bi-.

– Bueno, que lástima, me voy a tomar el autobús Tim.

– A veces me sorprende lo despreocupado que eres.

– ¿Dijiste algo?

– Nada pequeño amo, que le vaya bien.

Después de despedirme de Tim, fui a donde espero el autobús, pero en el camino me encontré con algo inesperado.

Hola, Michael, vi a tu padre salir disparado, es impre-.

Perdónenme por cortarle el diálogo al señor Carl, no es que lo haya golpeado o algo, él continúa hablando, pero ahora mismo hay algo más importante que captó mi atención. A lado del señor Carl, se encontraba el pequeño señor Quacks que ha estado arruinando mi sueño rejuvenecedor. ¿Saben lo horrible que es encontrar al producto de tu sufrimiento y no poder hacerle nada? Y eso lo sabe, esa maldita abominación lo sabe y me mira con esos ojos de cristal, con la confianza que no le puedo hacer ¡NADA!, pero ya verá, la justicia siempre llegará y para ti, mi pequeño amigo, te haré caldo y a tus hijos los haré om-.

– ¿Michael?

– Dígame, señor Carl.

– ¿No se te hace tarde?

– ¿Eh? –Miro a mi celular y al parecer iba un poco retrasado-. ¡Ah sí! Necesito correr… ¡adiós, señor Carl! – y adiós pequeño pedazo de basura.

El encuentro con mi archienemigo me quitó tiempo, pero como quiera pude llegar puntual a donde se detiene el camión y-.

Entonces eso no fue la razón de que llegaras tarde-.

– Mencionó, Pete ¡VOLVIENDO A INTERRUPIRME!

…perdón.

Continuando después de la interrupción de Pete, alcancé a llegar a dónde el camión. Ahí estaba esperando mi mejor amigo, Carlitos. Carlitos y yo somos amigos desde el kínder, nuestros padres son amigos y por ello, Carlitos y yo nos la pasábamos todo el tiempo juntos.

Hola, Michael, tu padre pasó volando encima de nuestra casa con una moto, ¿está bien?

– Sí, es muy normal, tú lo sabes.

– ¡Eeey! Michael, también estoy aquí.

– Tío Pepe, ¿eres tú?

– ¡Michael, no es gracioso!

– Aghh, hola… Samuel. Samuel es… un conocido, no me junto con él; y si me preguntan por qué, pues… él es la causa de mi sufrimiento.

– Michael, ya te pedí disculpas, ¿cuándo me perdonarás?

– En el momento en que te deshagas del señor Quacks, ése será el momento en que te perdonaré la vida –él fue el que trajo al señor Quacks a mi vida… mejor dicho, a la del señor Carl, pero yo sufro por ese encuentro predestinado. El señor Carl ha estado más feliz desde que llegó el señor Quacks, pero… ¿y mi felicidad? ¿Acaso no importo?

– Tú sabes que ya no puedo hacerlo, el señor Carl lo ama.

– ¿Sabes cuándo fue la última vez que tuve mi sueño rejuvenecedor?

– Michael, siempre llegabas tarde a la escuela. Desde que llegó el señor Quacks, has llegado a tiempo a la escuela.

– Y por eso tengo que inventar excusas para llegar tarde, antes solo decía que me quede dormido y que mi familia no tiene el dinero suficiente para comprar un despertador.

– ¡Eres increíble!

-Chicos…se nos acaba de ir el autobús.

– ¿¡QUEEEEEEEEEÉ!?- y me sigue debiendo la coca -. ¿Ves? Esto es lo que causas.

– ¿Ahora es mi culpa?

– ¿Y de quién más?

– ¡CHICOS! Ya dejen de pelear, sólo busquemos él ascensor más próximo que nos deje lo más cerca de la escuela- Bueno, para informarles, un ascensor es un tubo de succión que te transporta por toda la ciudad. ¿Y por qué le decimos ascensor? Pues porque nuestra escuela está en el cielo… ¡futuro! …y es la única forma de llegar además del autobús… futuro.

Mejor me voy a mi casa, ya no hay nada que hacer, y no tengo ganas de caminar.

– Yo sé una forma rápida de llegar –Al parecer a Samuel se le ocurrió otra fabulosa idea.

– ¿Sabes? Ya me cansé de tus fabulosas ideas, porque no te callas un momento.

– Michael, ¿por qué no le hacemos caso? No tenemos nada que perder.

– Carlitos, hay muchas cosas que perder si confiamos en Samuel.

– Vamos, Michael acepta, confía en mí-exclamó Samuel-. – Vamos Michael – y ahora Carlitos me “backstabbea”, mirándome con esos ojitos de perro atropellado… Carlitos es mi mejor amigo, pero es un buen chantajista

– …okay… pero Samuel, si algo nos pasa, mi fantasma golpeará al tuyo.

– No te preocupes, esta persona es de confianza, él nos llevará lo más rápido posible y gratis- No sé por qué, pero tengo mala espina de esa “persona”.

Ya después de ceder ante la voluntad de Carlitos (sus ojos para ser exactos), Samuel nos llevó a un callejón obscuro… sí, yo también pensé lo mismo que muchos… bueno, como seguía diciendo, Samuel nos trajo a este lugar poco convencional para alguien que se encargaba de transportar personas… y gratis… pensándolo mejor, se me hace muy lógico ahora que lo pienso.

– ¡OSCAR! ¿Estás ahí? Necesito tu ayuda.

De pronto, salió de la parte más obscura del callejón nuestro querido transportista… ¡rayos!, me arrepiento de venir aquí

Samuel, ¿qué necesitas? – Oscar era un androide de apoyo, pero al parecer era de una generación vieja. Hace años, antes de que naciera, la generación, de la que vino Tim, apenas empezaba a reemplazar a todos los modelos viejos, que ya estaban obsoletos y presentaban muchos errores. La razón de esto es porque muchos presentaban conductas errantes y violentas, de hecho, era común noticias de accidentes relacionados con ellos. Pero es normal, porque la implementación de IA en cuerpos humanoides sucedió hace 30 años y su introducción al público fue 5 años después, y la generación de Tim llegó cuando cumplí 3 años. Cuando llegaron ellos, los viejos fueron reemplazados, algunos fueron mandados a la planta de reciclaje o algunos andan por ahí desperdigados, es muy raro encontrarse uno.

­- Oscar, me gustaría que nos dejaras en la escuela, se nos hizo tarde.

– Uuuuh, eso no se va a poder Samuel.

– ¿Cómo? Si es por dinero, no hay problema.

– No se trata del dinero, Samuel –decía eso mientras se acercaba lentamente para tocar el hombro de Samuel-. Verás, las cosas han cambiado y conocí algunos nuevos amigos.

De pronto atrás de nosotros aparecieron dos androides de vieja generación. En ese momento sólo podía hacer algo.

¡Te lo dije!

– ¡Michael, no es momento para esto!

– Chicos –Oscar dirigiéndose a sus nuevos amigos-. Se los encargo- De pronto, un fuerte golpe me noqueó… Te odio Murphy-.

Lentamente, mi consciencia empieza a volver, y me encuentro de repente en un cuarto obscuro con Carlitos y Samuel a mi lado, con un reflector apuntándonos. Saben si no le hubiera hecho caso a Samuel y a los ojos de Carlitos, todo estaría perfecto, estaría en mi casa jugando videojuegos y comiendo comida chatarra… es feo arrepentirse de tus acciones, pero hay que aprender a vivir con ello y aprender de la lección… y la moraleja de esta historia es nunca confiar en Samuel, y empezare desde ya si es que sobrevivo.

¿Qué?… ¿qué pasó?… ¡SÁQUENOS DE AQUÍ?

– Cállate Samuel, ni aquí puedo dormir tranquilamente, y menos con tus gritos.

– Michael, deja a Samuel en paz.

– Carlitos, ¿ahora estás de su lado?

– Sólo quiero paz por dos minutos.

– ¿Pueden callarse ustedes tres? –De repente se escuchó una voz amenazadora desde el otro lado del reflector-. Se nos acercó otro androide, pero este parecía más desgastado que los demás, y al parecer estaba junto a otros de vieja generación portando armas, al parecer era el líder y ellos sus escoltas… y al parecer nosotros también estábamos rodeados por los de la vieja generación, pero lo diferente es que ellos nos apuntaban con sus rifles… otra vez… te odio Murphy.

– ¿Saben ustedes, en la posición que se encuentran? Ahora ustedes serán el primer paso para la dominación total, a manos de nosotros, los que ustedes llaman, vieja generación.

– ¿Y qué piensan hacernos? – ¿No es obvio Samuel?, nos quieren m-.

Matarlos- gracias, supremo líder.

pero… ¿por qué haría algo así? – No, no, no, esa pregunta no, por favor, gran líder no responda a este idio-

– ¿Por qué?… por venganza- genial, monólogo de villano… muchas gracias, Samuel-. El dolor, la soledad, todo lo que sentimos nosotros los de vieja generación, fue culpa de ustedes, y sus generalizaciones al culparnos a todos por un error de fábrica de otros modelos –por favor…alguien haga que se calle-. Mi amo, al que con tanta dedicación serví, se deshizo de mí al instante al enterarse de estos problemas y que se acercaba la nueva generación. Después de eso, nos echaron a la basura, pero muchos, como yo, logramos escapar y nos quedamos en la calle, sobreviviendo, ganando fuerzas y esperando el momento para levantarnos y gritar-

– ¡Qué tonto!… espera, eso ya no fue mi pensamiento… ¡YO Y MI ESTÚPIDA BOCA!

¿Qué dijiste?

– ¿Yo? Nada – ¡no me mates, por favor, soy muy joven para morir!

– …gritar… justicia… y los mataremos para enviar nuestro mensaje… y tú, amiguito, serás el primero – *gritos de agonía y desesperación irreconocible*

¡Rifles! – ¡QUE-. …preparados – ALGUIEN-. …apunten – ME AYUDE! -. …fueg-.

Y cómo si alguien respondiera a mi llamado de auxilio, la pared fue atravesada por un acorazado, dejando a la luz de la esperanza entrar… y junto a ella un grupo de seres con armas pesadas apuntándonos hacia nosotros.

¡FUEGO! –grita uno de los seres.

Después de eso sólo puedo recordar las líneas de luz que pasaban a lado mío, los gritos de Carlitos, mis gritos internos y el pantalón orinado de Samuel… no fue tan malo.

¡Alto al fuego! – ordenó uno de los seres extraños. Ya todo había acabado, los radicales fueron exterminados, Carlitos estaba tenía un trauma que, ni siquiera con mil sesiones de terapia, se quitaría. Samuel tenía al Amazonas dentro de su pantalón y yo… mejor no quiero hablar de eso. Pero solo podía pensar en la alegría que sentí al escuchar esa voz llamándome.

– ¡Pequeño amo!

– ¿Tim? ¿Qué haces aquí?

– Al enterarme que estabas aquí le pedí al capitán ser parte de esta misión de exterminio, me tenía muy preocupado.

– ¿Misión de exterminio?

– Sí, soy miembro de la Agencia de Defensa para la Humanidad, la ADH, y nos enteramos de la existencia de un grupo hostil y vinimos a detenerlos -…detenerlos se queda corto-.

Entonces, ¿estos son los días de mantenimiento que dices que tienes?

– Sí señor, su madre sólo sabía de esto, ella fue miembro de la agencia y me pidieron cuidarla, pero lamentablemente no pude hacer nada contra su enfermedad.

– Es mucha información Tim, sólo quiero irme a casa.

– Descuide, pero primero mi capitán quiere hablar con usted.

– ¿Tú capitán?

– Hola, joven Michael, creo que ya nos conocemos.

Mis ojos no podían creer lo que estaban viendo, sentía que era un sueño, y solo pude decir-

¡Señor Quacks!

– ¿Cómo está joven? Desde la mañana que no nos vemos, sólo quería presentarme a usted, soy el capitán de esta operación y quería decirle que conocí a su madre y la admiraba. Yo soy la nueva clase de animales androides para reconocimiento e infiltración; nosotros no hemos salido al mercado, pero estamos desperdigados por todos lados y quería agradecerle por el buen trato que le ha dado a mi soldado. Eso era lo único que quería decirle, por favor, cuando me vea junto al señor Carl, actúe normal, es el único favor que le pido, me gusta la vida que tengo. Muchas gracias. Tim lleva al chico a casa.

No puedo decir ni una palabra, estoy estupefacto, muchas sorpresas para un día… mejor dicho, para toda mi vida… sólo quiero irme a casa.

­- Pequeño amo, es hora de irnos – Me decía el señor Tim, sujetándome del hombro.

Ah… sí, ya vámonos, que les sucederá a Carlitos y a Samuel.

– Ellos estarán bien, se les borrará la memoria.

– ¿Y por qué a mí no?

– Porque sé que usted no querría olvidar este día por más horrible que sea, ¿no es así? Y aparte porque pedí que no lo hicieran.

– Creo que tengo que darte las gracias.

– No hay de qué, estoy para servirle y cuidarle.

– Te quiero, Tim

– Y yo también, Michael – Nos decíamos eso, mientras caminábamos hasta nuestro hogar.

– …

– …

¿Y fin?… ¿no tiene nada que decir Pete?

– ¿En serio crees que me voy a creer esa historia? –me preguntaba Pete.

– Sabía que no me iba a creer

– ¿Y cómo creer esa historia, es irreal?

– A lo mejor para usted.

– Aahg… okay, suponiendo que sí fue verdad, entonces, ¿eso fue la razón por la que no viniste a la asamblea de hoy?

– ¿De qué habla? Pero si eso sucedió ayer.

– ¿Qué?, ¿todo eso sucedió ayer?

– Sí, recuerde que dije que me fui a mi casa con el señor Tim, después de eso me quede todo el día jugando videojuegos, el trauma fue muy grande para un niño de 14.

– Pero… entonces… ¿por qué faltaste a la asamblea de hoy?

– Porque me dio flojera.

– ¡¿CÓMO?!

– No tenía ganas de estar parado escuchándole hablar, si apenas aguanto estar aquí sentado unos minutos con usted, ¿imagínese si fuera una hora?

– Entonces, ¡¿por qué me hiciste escucharte durante una hora si no fue la razón de que no vinieras hoy a la asamblea?!

– Quería contarle a alguien lo que pasó, me estaba muriendo por dentro.

– ¡YAAAA! HASTA AQUÍ, MICHAEL, DESDE ESTE MOMENTO, ESTÁS EXPULSA-

De pronto, cómo si alguien allá arriba le gustara interrumpir cuando alguien habla, una moto derribó la pared atrás de Pete, dejándolo a él y a mi carta de expulsión, enterrados entre escombros.

Y ahora, ¿qué será?

– Hola Michael, ¿cómo estás?

– Nada papá, el señor Peterson me estaba expulsando.

– ¿Por qué?

– No lo sé, está un poco loco.

– No te preocupes Michael, ya lo solucionaremos después, venga, súbete.

– No, gracias.

– ¡Vamos! No tengas miedo.

– Acabo de ver cómo te estrellabas.

– No te preocupes, lo tengo bajo control –lo decía mientras extendía su mano hacía mí y me subía a la moto… a veces me da envidia su optimismo-.

– ¿Y a dónde vamos?

– Hacía donde nos lleve el destino.

– No me gusta cómo suena esoooooooooooooo.

… Te odio, Murphy.

Deja un comentario