3:57

Por: Roberto Carlos Vargas Mar

3:57 de la madrugada, se escucha el estruendo más espantoso que jamás haya podido escuchar, me levanto de la cama pegando un salto para buscar prender la luz, me tropiezo con siluetas, no logro enfocar, me cuesta mucho trabajo contener la respiración, me siento agitado y condenado, no me siento tranquilo incluso cuando no hay nadie en mi casa, los perros están afuera y Betty está de viaje, ¿cómo es que me siento así de angustiado? No logro ver nada, todo está confuso, pareciera que no estoy en mi casa, como si hubiera amanecido en otra. Empiezo a sentir como me jalonean, llego a escuchar voces en mi mente. Encuentro una manija y abro lo que parece ser una puerta, pero de pronto, ¡me resbalo! Y empiezo a caer de una manera tan veloz que no me da tiempo de asimilar la realidad, siento el viento en mi cara y pareciera que me acabo de caer de un avión, en seguida empieza a disminuir la velocidad y me siento que estoy flotando, siento roces en mis tobillos, como si me estuvieran tratando de agarrar, cada vez son más frecuentes y con más fuerza.

                Escucho a lo lejos, una voz como la de mi esposa, muy muy lejos empiezo a recordar que yo no estaba aquí, ¿en dónde estoy? ¿Qué hago aquí? Siento una desesperación dentro de todo mi ser, hago un pequeño parpadeo y cuando me doy cuenta, me puedo ver a mí mismo en tercera persona como si estuviera en un cuarto viendo todo desde una cámara sin que nadie me vea. Veo cómo Betty está llorando desesperadamente a la postre de nuestra cama. ¿Por qué está llamando a una ambulancia? – Cariño estoy aquí – me dije a mi mismo. Empecé a deducir todo, – ¿cómo es que puedo llegar a ver todo esto? Pues claro, estoy durmiendo, simplemente debo volver a dormir para regresar a la realidad. – Me empecé a recostar cuidadosamente donde me encontraba en la cama, – listo ahora solo tengo que esperar para que vuelva todo a la realidad. – Pasaron minutos con mis ojos cerrados para lo que veo, empiezan a llegar paramédicos al lugar, ingenuamente pienso que ya no los necesito para lo que digo – tranquilos muchachos solo estaba dormido -, luego pensé en que me estaban jugando una broma, pero al ver que ellos ya me estaban subiendo en la camilla mientras que yo seguía acostado fue cuando caí en cuenta. – ¿Estaré muerto? -Por lo que escucho a una voz a lo lejos, al parecer venia de mi armario, tenía puesta mi chaqueta de cuero y unos pantalones que tanto me gustaban desde hace 5 años, me respondió, – claro que estás muerto, si no, no podrías verme, yo soy el Dios de la muerte, mi nombre más conocido es Hades, pero tú me puedes llamar Hades –

                – ¿Cómo que estoy muerto? ¿En qué momento? –

                – Pues mira te explicaré de la forma más sencilla posible. Hay un ciclo en la vida donde éste tiene un inicio y un final, en el que por más que quieras, es inevitable tu destino, es algo que ya está escrito, a veces tu destino te ayuda a no tener que enfrentar tus mayores miedos, pero a cambio te quita algo que es muy preciado para ti.

– Así qué, ¿me quitará a mi esposa y mi vida lujosa?, pero si yo he sido bueno, asisto a misa, ayudo a los necesitados, siempre trato de ver por el prójimo, ¿Por qué yo? Mi esposa quedará desamparada y sola, sin nadie que le brinde protección y estabilidad. Yo la amo demasiado, dame otra oportunidad.

-No, no te mereces una segunda oportunidad. No has sido tan bueno, siempre ostentando cosas de los demás, presumiendo, ayudando por querer la salvación, pero no porque en verdad quisieras ayudar. ¿No te acuerdas cuando dejaste a tu madre morir sola en el asilo? Ni una vez la fuiste a visitar. O cuando tu padre se fue a la guerra y cuando volvió ni un abrazo pudiste darle, no lloraste, simplemente te quedaste callado. O aun peor, cuando en verdad personas necesitan ayuda en tu empresa solo buscas a las personas que te den mejor imagen social, que en verdad no quieres ayudar, quieres mostrarle al mundo que eres bueno a costa de menospreciar a los demás.

– No, por favor, te prometo que seré mejor, que siempre ayudaré a los demás sin ninguna intención de por medio, lo que más quiero es la salvación.

– Por eso mismo, por querer la salvación es que la estás perdiendo. Solo me queda dejarte con las almas del purgatorio para que ellas se encarguen de darte lo que mereces. Así como tú has dado a los demás, los demás te darán a ti.

                De pronto llego un vacío inmenso, todo se volvió obscuridad y sin pensarlo volvieron las voces, volvieron los rasguños a mis tobillos. A lo lejos veo una neblina; intento apresurarme antes de que desaparezca, me tropiezo con los cráneos de lo que alguna vez fueron mis amigos. Recuerdo todo lo que he hecho mal, obligando a todos hacer lo que yo quisiera, teniendo en cuenta que no debería haberlo hecho, pidiendo cosas para ser mejor que los demás, o pidiendo a las demás acciones que sé que no podrían hacer para sentirme superior a ellos, empiezo a sentir un frío en todo mi cuerpo, veo como las almas empiezan a pasarme por encima hasta llegar a un punto donde quedo cubierto por ellas, sigo tratando de llegar a la neblina.

                Recuerdo a Betty, tan linda siempre conmigo, siempre tan trabajadora, ayudándome siempre con todo lo que necesitara, jamás pude encontrar a otra persona mejor que ella. Me ayudó demasiado cuando me sentía solo, cuando no tenía a nadie simplemente ella estaba ahí. Tan perfecta y linda, jamás podría perdonarme el que ella pudiera estar sin nadie, sola, indefensa, triste, llorando por un hombre que no vale nada, un hombre que intentó ser lo mejor para ella, pero se empezó a hundir en su miseria, tratando de darle lo mejor de todo el mundo le estaba dando lo peor del hombre. Ella que incluso en sus días de enfermedad me tenía que aguantar, incluso cuando llegaba impertinente tenía que sentarse y callar porque soy un insensato. – Hades te pido otra oportunidad para que me dejes ser el hombre que no pude ser para la mujer más perfecta que un hombre pudiera tener y darle todo lo que ella se merece. –

                Llegando a la niebla, hay un resplandor que me empieza a cegar de tal manera que se empieza a obscurecer, a un negro tan obscuro que pareciera que sigo dormido. Veo en tercera persona como mi Betty está demasiado triste, me quedo viéndola sin pensar en que me acabo de morir y sin nunca más poder regresar. Una tercera persona se agrega a la escena, es un hombre, alto, de traje, con barba, ¡Vaya si es su jefe con el que siempre viaja! Me pregunto, ¿qué hará ahí? Veo que se va acercando cada vez más y de un momento a otro, siento tantas emociones que no sé cuál es más fuerte, si mi enojo, mi frustración, mis ganas de querer cambiar papeles para decir que están muertos. Veo como ella le acaba de dar un beso. No sé cómo sentirme, todas esas veces que ella se fue de viaje, todas esas reuniones eran para estar con él, para engañarme, mald…

De pronto, despierto de golpe, vaya todo fue un sueño, aunque me siento aun frustrado pero tranquilo al saber que solo fue un sueño, volteo a ver mi despertador, 3:57 de la madrugada, se escucha el estruendo más espantoso que jamás haya podido escuchar,me levanto de la cama pegando un salto, me dirijo hacia mi armario,mi chaqueta de cuero y unos pantalones que tanto me gustan ya no están.Se escucha un carro llegar, me dirijo a la ventana, es mi esposa y con otra persona alado. Inhalo y exhalo para tranquilizarme y desde mi armario se escucha. Ya sabes que hacer.

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