El misterio de Zenit (Parte 2)

Por: Emmanuel García Álvarez

El pitido que inundó mis oídos quebrantó el silencio. El primer impacto nos había dejado desorientados, lo suficiente como para que Echo ni siquiera pudiera pronunciar una palabra. El segundo impacto no se dejó esperar, fue más agresivo que el primero, cualquiera notaria que era porque los escudos estaban empezando a fallar.

Por más que lo intentaba mi cuerpo no podía reaccionar, solo podía pensar en cómo desearía que todo fuera un sueño, pero entre más sentía los impactos a la nave solo se volvía una fantasía lejana. De pronto algo diferente sacudió mi cuerpo, era Stone que de alguna manera había logrado quitarse el cinturón de su asiento.

Ahí fue cuando volví a entrar en razón. — ¡Capitán, reaccione!— gritó Stone a la par que me sacudía.

—Esto no pinta nada bien, si seguimos así los escudos van a ceder y explotaremos en el vacío del espacio.— dijo Rider con apenas el poco aliento que le quedaba.

En ese momento fue como si un golpe de adrenalina entrara a mi cuerpo, no sé qué me había pasado, soy el capitán de esta nave y estoy dejando sin esperanzas a mi equipo, ya era momento de que reaccionara.

—Rider, activa el modo de pilotaje manual y dame el control, mientras manda toda la energía de reserva a los alimentadores de los escudos.

— ¡Sí, capitán!— Respondió Rider con un ligero aire de esperanza.

—Stone encárgate de echar a andar los motores, debemos llegar a tierra antes de que los sistemas colapsen.— Podía ver en su cara preocupación, pero por alguna razón ambos sabíamos que era nuestra única opción

—Optic, dirígete a la estación de combate, dispara todas las bengalas que tengamos, abre la cápsula de basura, Dios mío, desarma la nave completa por dentro si es necesario, pero aleja esos misiles de nuestra trayectoria.

— Echo, tú encárgate…— por tanta conmoción ni me había fijado que Echo se había desmayado desde el primer impacto.

Y así como si nada, todos volvimos a entrar en razón, esto ya no era una simulación, era algo real y teníamos que estar a la altura de la situación o sino no habría vuelta a casa.

— Capitán, los motores no podrán entrar a hiperespacio, el daño es demasiado para que lo soporten, nuestra única alternativa es llegar a la atmosfera del planeta Gamma.

— De acuerdo Stone, alguien despierte a Echo para que fije las coordenadas.

Apenas dejaron las palabras mi boca Rider ya se encontraba sobre le cuerpo inconsciente de Echo listo para darle una bofetada que desestabilizaría hasta la fragata más grande.

— Cielos, Rider, creo que lo noqueaste más de lo que ya estaba.

— No es tiempo para gentilezas, si no lo despertamos será nuestro fin, es el único que puede trazar la ruta sin que explotemos en el campo de batalla.— mi lógica comprendía lo que Rider decía, y al mismo tiempo no podía evitar pensar que su verdadera intención se escondía detrás de la excusa de despertarlo.

Stone se abrió paso desde la sala de máquinas para reunirse con nosotros en la cabina de comando.

— Motores listos, comandante… ¿Qué hace Rider golpeando a Echo?

— Le estoy reiniciando los circuitos para que nos saque de aquí.

En ese momento tuve una epifanía, que eso en esta galaxia a lo que Echo más teme además de la muerte.

— Tripulación es nuestro fin, solo podemos rogar que los Ratoli (raza alienígena que por su nombre ya pondrán intuir que especie son) nos destruyan antes de siquiera intentar tomarnos como rehenes.

El cuerpo de Echo empezó a levantarse como imitando a las momias de las películas antiguas de terror.

— Ra… ¿Ratoli?— murmuraba Echo como disco rayado.

— Sí Echo, es lo que pasara si no logras sacarnos de aquí.

Fue como si algo se hubiera encendido dentro de Echo, su personalidad temerosa y cobarde había sido desplazada a un rincón y quien tomaba las riendas era su opuesto.

— Coordenadas trazadas, todo listo para aterrizar.

— Bien, todos a sus puestos, y prepárense para salir de aquí.—Era todo o nada, así que tomé el timón y comencé a navegar hasta aterrizar.

El panorama había cambiado, podíamos ver la luz al final del túnel, estábamos seguros de lograr el aterrizaje y por fin salir de este bombardeo.

— Se aproximan misiles cazadores.

—Optic, prepara las bengalas y el escape de basura, debes evitar a toda costa que esos misiles nos impacten. —Logramos evitar los primeros misiles, ahora debíamos mantener nuestro curso.

— 3 minutos para entrar en atmósfera capitán.—3 minutos sonaban como poco tiempo, pero en una situación así se sentían como una eternidad.

Podía sentir como la velocidad aumentaba y la fuerza G era más notoria en mi cuerpo, mis ojos amenazaban con cerrarse arrastrándome a la inconsciencia, pero mi instinto de supervivencia me obligaba a aferrarme al timón.

— Prepárense para cruzar la barrera de asteroides, voy a necesitar de tu ayuda Rider toma el timón.— a pesar de la situación conocía mis límites, solo alguien como Rider tendría los reflejos necesarios para atravesar un campo tan minado como el que teníamos enfrente.

— Cielos, no me divertía tanto desde aquella vez que estrellé el auto de Stone.

— Sabía que habías sido tú. — la voz de Stone irrumpió desde el fondo.

— 2 minutos para entrar en atmosfera.

— Rápido, hay que preparar los escudos frontales para el aterrizaje.— solo 2 minutos más, solo eso faltaba y estaríamos a salvo.

La turbulencia arreciaba lo que nos indicaba nuestra proximidad el planeta. La esperanza se dejó entrar y tomó lugar en cada uno de nosotros, incluso Echo empezaba a retomar su brillante personalidad.

— No puedo creer que lo vayamos a lograr, solo un minuto más para estar a salvo.

— Iré preparando los frenos para el aterrizaje capitán.— incluso ver a Stone sonreir así en una situación como esta te llenaba de ánimos.

Solo podía pensar en el siguiente paso buscar la estación central de Gamma y de ahí comunicarnos con la base, podía sentir que esta pesadilla estaba llegando a su final.

No podía creer que lo lograríamos, y tal vez ese fue el peor error que cometí.

— Capitán, el radar detecta una nave aliada. —  tenía que ser la nave de auxilio, estaba seguro de eso, o al menos eso pensaba hasta que la sacudida me comprobó lo contrario.

Había sido una trampa, la desesperación nos jugó una mala pasada y provocó que aun con todos nuestros años de experiencia un camuflaje barato nos engañara.

— Sistemas colapsando, no puedo evitar que los escudos caigan, esto pinta mal capitán sin los escudos la nave no resistirá otro impacto.

Solo podía ver como todo se desmoronaba frente a mis ojos, los disparos no paraban de impactarnos y la nave empezaban a tornarse un rojo vivo.

Grietas empezaban a formarse en el casco y las alarmas no paraban de sonar, mi corazón se aceleraba y sentía como iba desplomándome igual que la nave.

¿Cómo era posible esto? Solo faltaba un minuto, un minuto para lograrlo. No podía comprender qué habíamos hecho mal ¿Acaso no hicimos lo suficiente? ¿Alguna vez estuvimos listo tan si quiera para lograr la misión? Todo esto venía a mi mente y me bombardeaba sin parar.

Echo, Rider, Stone, Optic, lo lamento amigos, lamento no haber podido salvarlos.

Me preparaba para el inminente silencio que vendría después de la explosión pero esto fue interrumpido al ver que la nave se partía en dos. En ese momento sentí la mano de Echo agarrándome ferozmente mientras me miraba fijamente, pareciendo que aun tenía la esperanza de que pudiera pensar en algo.

En ese momento lo entendí, aun había esperanza, otra oportunidad pero no como la que habíamos planeado, después de todo esto es lo que hace un buen capitán se adapta a la tormenta.

— Activen los trajes de impacto, este no será nuestro fin, hermanos.

Lancé mi última orden con la esperanza de volver a verlos.

Hubo turbulencia, calor y presión. Me sofoqué al grado de desmayarme y para cuando recuperé el conocimiento me encontré solo abrazado al timón de la nave.

No podía perder tiempo, mi oxígeno se agotaba, buscar a los demás tendría que esperar mi prioridad era llegar a la estación.

Cerré los ojos, respiré profundo y me puse en marcha, rogando a los cielos porque mi tripulación hubiera sobrevivido al impacto.

Después de todo somos humanos, encontramos la forma de sobrevivir.

CONTINUARÁ…

Deja un comentario