El fin del salón 509 (parte 2)

Por: Jorge Antonio Rivera Salas

¿En dónde me quedé la última vez? … ¡Ah, cierto! Nosotros no podíamos creer lo que acababa de suceder y justo después de ese momento nuestro coordinador abría la puerta del salón. Él comenzó a ver y asimilar lo que había ocurrido, pero él ni se inmutó. No dijo ni una palabra. Siguió mirando el salón y nosotros apenas podíamos ponernos de pie. Nosotros solo mirábamos lo que hacía y después de un largo silencio el maestro por fin hablo y nos dijo: “Jóvenes, no se preocupen. Todo estará bien, sabía que esto podía llegar a pasar. Permítanme un momento y estar de vuelta con ustedes.”

El maestro salió al pasillo y a través de los ventanales de aquel salón podíamos ver como hacía llamadas con su celular. A pesar de todo, él se veía muy tranquilo. No podíamos escuchar lo que decía, pero esto solo nos hizo comenzar a especular en lo que pasaría con nosotros después. “No hicimos nada malo, ¿verdad?”, preguntó uno de mis compañeros. “Creo que no, hombre. Espero y no nos expulsen o algo así.” Dijo el otro de mis compañeros. “¡¿Cómo crees?!” le respondió.  Ellos comenzaron a discutir y yo comencé a observar nuestro salón de mecatrónica completamente vacío. El ver como nuestro salón desapareció en cuestión de instantes me causó demasiada nostalgia.

La discusión de mis compañeros se volvió ruido de fondo. Yo solo podía pensar en cómo tantos recuerdos de buenos y malos momentos se habían ido. Para mí ese salón, a pesar de no ser perfecto, fue mi segundo hogar durante toda la carrera. Ese salón fue el que me vio crecer y convertirme en lo que soy ahora. Yo sé que para otros también lo era. Pero tampoco podía evitar pensar que las nuevas generaciones. Ellos no podrán entender la experiencia que era trabajar en este salón. En verdad este salón era parte de estudiar mecatrónica en nuestra escuela.

Estaba a punto de soltar una lágrima, cuando nuevamente nuestro coordinador entra al salón. Nosotros volteamos a verlo y él comenzó a hablar:

 “Está bien, jóvenes. Probablemente tengan muchas dudas sobre lo que acaba de pasar. No sabría por dónde empezar a explicar, pero lo intentaré. El maestro no era de este mundo, ni siquiera de esta galaxia. Como muchos otros maestros de esta universidad, él era parte de un programa de intercambio intergaláctico. En los 40 años de existencia de este programa, nunca había ocurrido algo así. El problema fue que el retiro de este maestro debió haber sido el semestre pasado. Pero al ser el único maestro que podía dar esta materia, tuvo que quedarse un tiempo de más y esa idea no le fascinó. Seguramente por este motivo los hizo construir un portal para que pudiera regresar a su planeta y por fin disfrutar del retiro. No fue correcto lo que hizo, pero para evitar conflictos con otros planetas, la situación del maestro se quedará así por ahora.

En cuanto a la materia, pues, el portal funcionó así que tienen diez. Mas tarde me encargaré de registrar la calificación y ustedes quedan libres por el resto del verano. Y respecto al salón, bueno. Afortunadamente, ya había planes para crear una sala de descanso para estudiantes, pero eso tendrá que esperar porque ese espacio será usado para hacer un nuevo laboratorio de mecatrónica. Tendremos que apurarnos para poder terminar antes del inicio del siguiente semestre, así que estaremos muy ocupados. Eso serian todo por el momento, se pueden retirar y disfrutar lo que resta del varano.”

Honestamente, nos podríamos haber quedado a cuestionar cada detalle sobre esa explicación, pero al ser nuestro coordinador, decidimos mejor no cuestionarlo y salir de ahí lo antes posible.

Mientras ya nos íbamos, uno de mis compañeros se detuvo y preguntó. “¿Y no nos va a borrar la memoria como en hombres de negro o algo así?” El coordinador no pudo evitar reírse y nos dijo “Nadie les va a creer, así que no hay problema. A menos que ustedes quieran que si les borre la memoria.” Nos quedamos callados y simplemente nos despedimos del coordinador. Decidimos no volver a tocar el tema. Sin embargo, aunque ustedes no nos crean, merecen saber la verdad.  Al final, salimos felices de la escuela, sabiendo que habíamos hecho un buen trabajo y que fuimos las últimas personas en haber tenido clases en ese salón. Yo, a pesar de haber estado triste porque nuestro salón había desaparecido, sabía que un nuevo salón sería un comienzo nuevo. Un lienzo en blanco para poder vivir nuevas experiencias y escribir nuevas historias. Pode disfrutar por lo que resta de mi carrera y las nuevas generaciones de estudiantes podrán crear sus historias también. No podía esperar al comienzo del siguiente semestre.

FIN

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