Extraña realidad

Por: Itzy Daniela García Iracheta

– ¡Quiero el divorcio! -Nora le grita a su esposo, mientras lo mira a los ojos.

Él se siente mal, con una presión en el pecho, y la cabeza le da vueltas, siente que le falta el aire para respirar. Pero logra contestar y dice – ¡Espera!, aún podemos hablarlo, no te precipites. – mientras la toma del brazo.

Ella se suelta de su agarre, y niega, respondiendo, – Llamaré al abogado ahora mismo. – mientras sale por la puerta de la habitación.

Algo se quiebra dentro de Pedro, y sin saber qué hacer, la sigue fuera del cuarto y la alcanza cuando ella está a punto de bajar las escaleras, él toma un respiro profundo, cierra los ojos y la empuja.

Ella rueda por las escaleras, se golpea la cabeza, y se detiene poco antes de llegar al pie de la escalera. Pedro se quedó ahí parado sin abrir los ojos, apretándolos cada que escuchaba la cabeza de ella pegar con los escalones. Cuando nada se oyó, abrió los ojos lentamente, ella no se movía, se acercó lentamente, no parecía que Nora estuviera respirando. Él bajó las escaleras, pasando por un costado de ella, camino hacia la sala y se sentó en el sofá, mientras se tallaba la cara con las manos repetidamente, sentía un nudo en la garganta y un dolor en el pecho, no sabía qué hacer.

Después de un rato recuperó la compostura, se encaminó hacia ella con el objetivo de deshacerse del cadáver de su esposa. No tenía un plan muy concreto, actuó prácticamente por impulso al meter el cuerpo en varias bolsas grandes y lanzarlo a la laguna de la ciudad, colocándole pesas para que éste se hundiera, y lo dejó ahí con la esperanza de que nadie lo encontrara.

Limpió la casa de arriba abajo y tiró algunas de sus cosas a la basura, como ropa, cepillo de dientes, entre otras cosas. Empezó a crear un plan, en caso de que la policía preguntara por ella, les diría que se había marchado hace algunos días, y que no sabía nada más, ya que él trabajaba gran parte del día y tenía ya un tiempo que no se veían. Seguía sintiendo una gran preocupación, pero sintió un peso menos al deshacerse del cadáver, se propuso pasar los días que seguían actuando de la manera más normal que pudiera, para no levantar ninguna sospecha con los vecinos y que, en el trabajo, nadie sintiera un cambio en su actitud.

Todo pasó con calma, hasta que la familia de ella le llamó por teléfono preguntando por su hija, Pedro se puso nervioso por un segundo, pero enseguida, recuperó la compostura, se mostró preocupado también, diciendo que hacía ya algunos días que no tenía contacto con ella, asegurando que no se había alarmado, ya que ella solía hacer viajes de manera espontánea, a lo que los padres de Nora estuvieron de acuerdo, pero aún así se preocupaban al respecto, colgaron la llamada, prometiendo que se contactarían en caso de tener cualquier información sobre ella.

Una mañana sucede lo que Pedro más temía, se encontraba en la estación de policía para reportar su desaparición, le hacen preguntas sobre el paradero de Nora, ya que su desaparición pasó a ser una situación alarmante, por la cantidad de días que hacía ya que nadie la veía. Pasan varios meses, y a pesar de que Pedro es el principal sospechoso de toda la situación, realmente no tienen pruebas de que él haya cometido ningún delito. Aún viendo esto Pedro mantuvo su papel de esposo preocupado por su esposa desaparecida, incluso mostraba cooperación en todo lo que se le pedía, hasta salía con su familia a buscarla con sus conocidos o por las calles, a pesar de saber que no la encontrarían.

Con el paso del tiempo, la familia de ella comenzó a distanciarse de él, no estaba completamente seguro de si aún sospechaban de él, pero el no se quitó la máscara de buen esposo y continuó su vida normal, yendo al trabajo y descansando en casa, más tranquilo que antes, ya que todos los problemas ya se habían calmado.

Después de un tiempo, una noche, a Pedro lo despertó un fuerte ruido, se oía a lo lejos, pero aún así sabía que era, se apresuró a ponerse los zapatos y salir lo más rápido posible de la casa, bajó corriendo las escaleras, saltó el último escalón, tomó las llaves del coche que estaban a lado de la entrada y salió por la puerta. Afuera vio a lo lejos acercándose a toda velocidad las luces de colores azul y rojo, que tanto temía ver.

Entró al coche, y salió rápidamente de la cochera, conduciendo a toda velocidad, se encaminó hacia la autopista más cercana, escuchando las sirenas de los coches de policías acercándose cada vez más. Pedro se sintió aturdido por un momento, las ventanas del coche vibraban por el ruido, y de un momento a otro sentía la vista un tanto borrosa. A pesar de esto aceleró aún más, ya que la policía ya lo seguía a una distancia más cercana.

La persecución se acabaría más pronto de lo que Pedro había pensado, ya que, al salir de la ciudad, aceleró aún más con la esperanza de que no lo alcanzaran, y al llegar a una curva cerrada, Pedro no logró controlar el coche, ya que ya iba a una gran velocidad, causando que saliera del camino, cayendo a un acantilado.

Justo antes de caer, a Pedro no le quedó más que resignarse a lo que iba a pasar, cerró los ojos fuertemente, esperando el impacto del coche al chocar con el suelo, cuando esto sucedió, él escuchó el estruendoso sonido del metal estrellándose y vidrios rompiéndose. Por su mente pasó todo lo que había pasado en estos últimos meses, y lo todo lo que había vivido. Tenía la esperanza de morir de manera pacífica al fin, pero esto no sería de esa manera.

Después de un momento, abre los ojos, y no le sorprende, pero lo decepciona, lo que ve frente a sus ojos, era Nora, dándole la espalda en su habitación, acomodando algunas almohadas en la cama, pero Pedro sabía lo que pasaría después, lo había vivido, ya tantas veces que lo hacía sentir enfermo toda la situación. Su esposa sintió su presencia y se volteó hacia él, y lo miró directo a los ojos.

Pedro, observa cómo la expresión relajada de Nora cambia de un segundo a otro, y adopta una postura defensiva. Él cierra los ojos por un momento, pensando cómo puede estar pasando esto, la misma historia se repite. Abre los ojos y Nora le grita- ¡Quiero el divorcio! – Él la mira, y de su boca salen las palabras -Está bien. – Pedro ya no sabe qué otra cosa debe hacer para salir de este ciclo, tiene que intentarlo todo, para ver como acabará. Piensa para si mismo, la cantidad de veces que ha hecho esto, vive una tortura.

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