No estamos solos

Por: Kevin Ignacio Lara Galván

Era un viernes por la madrugada, cuando el estruendo despertó a todo el vecindario. Una mezcla de sonidos violentos, seguidos de confusión y desesperación. Para su suerte, había ocurrido a algunos kilómetros de donde vivían todos, allá entre las zonas montañosas de la región, pero aún así su onda expansiva dejó daños naturales y económicos.

El meteorito tomó a todos por sorpresa. Aquella comunidad cuyo nombre apenas y era escuchado por los pueblos aledaños, se convirtió rápidamente en fama mundial. Los medios rápidamente se apersonaron al sitio en busca de documentar lo sucedido. Las autoridades locales acordonaron el lugar por precaución, y no se dejaba entrar a las personas por los riesgos que implicaba. Al ser un poco inaccesible, solo se podía ingresar por vehículo o caminando. Pero en cuanto se observó a detalle lo que había impactado en las montañas, los pocos que vieron quedaron perplejos, viendo incrédulamente aquello que estaba ante ellos. Esto reafirmaba lo que algunos pobladores locales que trabajaban por altas horas de la noche habían visto; comentaban que en efecto un objeto de considerables proporciones había impactado, pero no tenía la estela de humo característica como en “las películas”, ni tampoco se veía como una bola necesariamente incandescente.

La rápida difusión de la información, de la mano de algunos curiosos que se metieron a la región, hizo que rondara el rumor que lo que había impactado no era una roca espacial como cualquier otra, era algo más, algo que a simple vista vislumbraba por su perfección y poco o nulo parecido a una roca.

Ya no solo se trataba de los medios noticiosos y pobladores tratando de averiguar qué estaba en ese lugar, el gobierno mismo estaba interesado en saber la naturaleza de ese evento, y por ello mismo comenzaron a colocar restricciones de acceso, pero era un sitio grande, no podían cubrir todo en poco tiempo.

Fotos y videos circulaban por las redes, noticias de todo tipo eran difundidas hasta en los medios más reputados, el “meteorito” que impactó la zona de aquel pueblo era ya toda una tendencia. Todo esto en apenas medio día después del suceso.

Eran las 4 de la tarde cuando el primer grupo de soldados tuvo acercamiento con aquel objeto. Armados y con equipo de telecomunicación, se adentraron al sitio en busca de pistas de lo que se trataba aquello misterioso. El aspecto de tal objeto iba cada vez haciéndose más notorio y detallado, sabían cuando menos que no era una roca ni mucho menos basura espacial de los tantos satélites en órbita. Se trataba pues, de lo que aparentaba ser una nave o una suerte de vehículo espacial cuya apariencia rayaba en lo poco parecido a cualquier cosa que fuese creada por el hombre. Estaban seguros de que podía tratarse del primer contacto del ser humano con otra especie, que se supiera hasta el momento.

Todo iba marchando relativamente bien, hasta que el acercamiento fue demasiado y algunas luces en aquel objeto se encendieron, lo que puso de alerta a los soldados, quienes iban transmitiendo en tiempo real a su estación ubicada a unos cuantos kilómetros. Las luces eran intermitentes y de colores espectrales que solo hacían cada vez más grande el interés de saber qué era aquello que se había estrellado.

La curiosidad mató al gato. Se habían acercado lo suficiente para que se abrieran lo que parecían ser compuertas. Ellos estaban más alertas que nunca, se estaban enfrentando a lo desconocido, y en pleno momento estaban recibiendo la orden de retirarse del lugar. En cuanto vieron a algunos seres asomarse por dichas compuertas que no eran exactamente antropomorfos, algunos rompieron formación de inmediato y se echaron a correr, pocos fueron los atrevidos en admirar lo que estaba ante ellos. Esos seres comenzaron a descender de forma sigilosa, moviendo cautelosamente cada una de sus extremidades, o lo que ellos describían, como tentáculos o apéndices. Eran notoriamente más grandes que aquellos pobres soldados que decidieron quedarse. Ambas especies mantuvieron su distancia.

Esperaron lo peor, pensaron que ese momento sería el último de su existencia y estaban ante seres que los privarían de sus vidas, pero tales entidades mostraron ser pacíficas, o por lo menos neutrales. El ser humano no tenía una referencia de cómo tratar con estas situaciones, era completamente nuevo, no había nada escrito, ni protocolos u órdenes, solo guiarse por sentido común y mantenerse alerta de cualquier situación. Si hay algo en lo que el humano puede tener dominio incluso si no es un estudiado en tal rama, es en la psicología, y vaya que los soldados tenían esa herramienta de su lado por su entrenamiento. Cuando menos podían intuir que esos seres no venían a atacar si no eran provocados o a aprovecharse de los recursos del planeta.

Aunque los “rostros”, si así se les puede decir, de estos seres no mostraban emociones al menos como nosotros las conocemos, por su comportamiento algunos coincidieron que tal vez ese “meteorito” era una nave que transportaba esa especie, la cual estaba visiblemente dañada por el impacto, y que lo más seguro es que haya caído por azares del destino en tal región montañosa. Aunque inexpresivos, esos seres se mostraban temerosos, necesitaban ayuda que nosotros como especie no teníamos la más remota idea de cómo brindar. Fue cuando entonces los soldados, medios de comunicación, pobladores y tales seres desviaron su vista hacia el cielo cuando escucharon un estruendo espantoso, vieron que algo había entrado a órbita del planeta, pero esta vez se veía que tenía un rumbo fijo, o cuando menos, mejor trazado que el “meteorito”. Los seres comenzaron a emitir sonidos extrañísimos entre ellos, se metieron rápidamente a su nave y encendieron lo poco que quedaba de ella. Fue cuando los soldados restantes decidieron que era momento de huir, mientras que helicópteros de cadenas televisivas y hasta militares en el cielo divisaban con detalle lo que estaba ocurriendo. Ese segundo objeto era mucho más grande e imponente a simple vista, los seres lo sabían con total certeza y por eso trataban de huir, se trataban de sus enemigos cósmicos. Fue entonces cuando ese segundo “meteorito” se posó encima de los seres, y algunos vieron a la distancia como cada nave desplegaban lo que parecían ser armas. La guerra de especies estaba por comenzar.

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