Bajo las sombras de neón

Por: José Juan Espinoza Zaleta

La lluvia caía constante y fría sobre los tejados de la ciudad de Lunalia. Las luces de neón reflejaban en los charcos, creando un mosaico de colores sobre el asfalto mojado. En este lugar, donde la modernidad había alcanzado su pico, la desesperación se escondía entre las sombras. El semiconductor, la pieza clave que mantenía unidos los hilos de la sociedad, había desaparecido.

Vic Rourke, un detective curtido y con la mente llena de cicatrices de batallas pasadas, encendió un cigarrillo mientras observaba el tráfico desde su oficina en el piso 30. Su compañera, Elara «Lara» Simmons, una joven brillante con ojos agudos y una mente aún más filosa, se acercó con una carpeta en mano.

«Tenemos un nuevo cliente», dijo Lara, dejando la carpeta en el escritorio de Rourke. «Una empresa tecnológica. Dicen que sin el semiconductor, todo se vendrá abajo.»

El detective Rourke se frotó las sienes mientras estudiaba los informes sobre su escritorio. La desaparición de ese semiconductor no era un robo insignificante, era la pieza que podía llevar a Lunalia a su ruina.

Lara trazaba líneas en un tablero lleno de recortes, fotos y anotaciones. «Mira esto», dijo, señalando una serie de transacciones sospechosas que apuntaban a una subasta clandestina de tecnología.

Ambos salieron de la oficina y se dirigieron al estacionamiento. Su vehículo, una X-trail del 2010, lucía fuera de lugar en una ciudad tan avanzada, pero Rourke la prefería. Era confiable y no dependía de esos chips malditos. La arrancó y condujo hacia las entrañas de la ciudad.

Su primera parada fue en las industrias CyberTech, donde se producían los semiconductores. Hablaron con el CEO, quien les dijo que habían estado experimentando con un nuevo diseño, uno que podría ser replicado sin el semiconductor perdido. Pero alguien lo había robado antes de que pudieran hacerlo público.

Se desplazaron entonces a un viejo taller de reparaciones electrónicas, uno de los pocos lugares donde todavía se podían encontrar componentes antiguos. Después de persuadir al dueño, obtuvieron una lista de compradores recientes. Uno de los nombres resaltó: Ilya Korchov, un magnate tecnológico caído en desgracia.

Siguiendo este hilo, encontraron un patrón. Ilya había estado adquiriendo piezas obsoletas durante meses. ¿Estaba tratando de construir su propio semiconductor?

En las profundidades de Lunalia, en un club clandestino conocido como «Pulsar», encontraron a un informante. Con un par de billetes y una amenaza velada, les reveló que Ilya tenía un laboratorio secreto en las afueras de la ciudad.

El viaje hacia allí estuvo lleno de tensión. Cada giro y cruce era monitoreado por drones de seguridad, pero la X-trail del 2010 tenía sus ventajas: no era detectable por los sistemas modernos.

Al llegar al laboratorio, descubrieron que Ilya no era el villano, sino un visionario. Había previsto la dependencia tecnológica y estaba tratando de crear una alternativa al semiconductor, algo que pudiera ser replicado fácilmente y poner fin a la monopolización.

El verdadero ladrón era alguien de adentro de CyberTech, quien quería detener a Ilya y asegurarse de que el semiconductor no fuera replicado, manteniendo el control sobre Lunalia.

Rourke y Lara siguieron las pistas hasta un almacén abandonado. Dentro, encontraron cajas llenas de dispositivos electrónicos descompuestos, esperando ser reparados con el semiconductor. En el fondo del almacén, encontraron al traidor y ladrón, un hombre llamado Illan Sallow, un hombre que admiraba más a las máquinas que a las personas.

Después de un intenso enfrentamiento, Rourke y Lara recuperaron el semiconductor y expusieron la conspiración, mientras que Illan Sallow fue arrestado.

La ciudad respiró aliviada. El futuro de Lunalia estaba asegurado, al menos por el momento.

Mientras conducían de regreso a la oficina bajo la constante lluvia, Lara miró a Rourke. «¿Crees que algún día podremos dejar de depender tanto de la tecnología?»

Rourke sonrió, exhalando el humo de su cigarrillo y dijo: «No lo sé, pero mientras haya sombras en Lunalia, siempre habrá trabajo para nosotros.» La X-trail del 2010 se alejó, desvaneciéndose entre las luces de neón y la lluvia.

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