Forjando el destino

Por: Víctor Alfonso Ramírez Rivera

Todos crecemos con la ilusión de llegar a ser alguien importante en la vida, con la esperanza de cumplir los propósitos que nosotros mismos nos trazamos; Tristemente hay algo que no podemos cambiar en la vida, nuestro destino… -Oh al menos eso es lo que creía….

Qué hermoso sería poder salvar de una mala jugada del destino a quienes amamos, ¿No?,  Poder congelarnos en momentos y épocas donde somos tan felices y estamos tan cómodos; Yo tenía una vida llena de alegría… hasta que el destino decidió que me quitaría lo que más amaba

Llevaba un par de años junto a ella, teníamos un sinfín de planes a futuro, casarnos, formar una familia; Un día común como cualquier otro, éramos tan felices habíamos desayunado juntos, aún puedo recordar su alegría esa mañana al recordarme que mi cumpleaños se acercaba,  nos dirigimos a nuestras actividades diarias en el carro que sus padres le habían regalado, quien diría que tendríamos que pagar la irresponsabilidad de otros…

Esa mañana durante el trayecto un automóvil se interpuso en nuestro camino, un conductor ebrio que venía regresando de alguna fiesta impactó su vehículo frente a nosotros. Mi mente no logra recordar mucho; –Hola, ¿Cómo te llamas?, ¿Cómo te sientes? Fue lo primero que escuché al despertar, mi mente no terminaba de asimilar la situación mientras la ansiedad se apoderaba de mí, no por la situación en la que yo estaba, sino por el miedo de desconocer dónde y cómo estaba ella; —Doctor, ¿dónde está ella?, ¿Cómo está? Gritaba una y otra vez mientras todo el mundo solo trataba de tranquilizarme para estabilizar mis signos vitales. Todo volvió a ponerse negro a la par que mis ojos se cerraban.

El accidente había sido algo no tan grave para mí, un par de fracturas y un coma inducido para disminuir la inflamación de mi cerebro; Desperté dos días después, al abrir los ojos pude ver a mi familia, sus rostros se veían llenos de tristeza, y sus ojos, denotaban el miedo que cualquier ser humano tiene de perder a un ser querido. Al fin pude saber cómo estaba ella tras hablar con mis padres: Cama número #19 de la unidad de terapia intensiva, estaba en estado de coma y los doctores dictaminaron que tenía daños en su sistema nervioso que la dejarían con parálisis en todo su cuerpo, no podría moverse, no podría hablarme.

Despertó un par de semanas después de que me dieran de alta a mí, no me despegué del hospital ni un minuto, no me perdonaría no estar junto a ella cuando me necesitara, sus ojos denotaban una ansiedad y una tristeza tan profunda, yo solo buscaba darle palabras de aliento que lograran calmarla.

El miedo es la clave de todo, y es que, si lo pensamos, todo está impulsado por ello, tomamos educación por miedo a no ser alguien en la vida, aprendemos a manejar por el miedo a no poder desplazarnos fácil y rápidamente, y precisamente eso, el miedo era la clave que me llevaría a trabajar en ayudarla.

Me había graduado como Ingeniero Mecatrónico hace un par de años y la situación con ella me había llevado a tomar la decisión de estudiar una maestría en Biotecnología, estaba decidido a desarrollar algo para salvarla, el miedo a nunca volver a escuchar su voz, o sentir un abrazo de ella, me mantenía sin poder dormir, mi mente se mantenía ocupada en buscar cómo ayudarla.

Dediqué mis 3 años seguidos a desarrollar un prototipo de un casco neurológico que me permitiera transmitir sus instrucciones mentales a su sistema nervioso y con eso ayudarla a recuperar sus habilidades motrices y de habla, fueron años de intentos y desesperación, de frustración, mas rendirse, nunca fue una opción, y es que si lo pensamos, el amor es el motivo perfecto para sentirse vivo y seguir adelante.

Al fin había logrado un avance, por primera vez podía volver a mover sus dedos, podía volver a escuchar su tenue voz; Mi investigación había rendido frutos y lo único que me importaba era haberla recuperado.

Decidí donar mi trabajo para ayudar a más gente, pues no me importaba ni el crédito, ni el dinero, ni nada más; Todo esto solo me permite dejarles en claro una lección: Siempre podemos desafiar y forjar nuestro destino…

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