Por: Juan Jacobo López López
Había una vez una pareja de enamorados llamados Sara y Dimitri. Se conocieron en la universidad y desde el primer momento supieron que estaban destinados a estar juntos.
Dimitri era un chico tímido pero cariñoso, siempre cuidando de Sara y demostrándole su amor con pequeños detalles. Sara, por su parte, era una chica alegre y extrovertida que siempre hacía reír a Dimitri y lo hacía sentir especial.
Pasaron días juntos, compartiendo risas, sueños y secretos. Dimitri le escribía cartas de amor a Sara todas las semanas, expresando lo mucho que la amaba y lo afortunado que se sentía de tenerla a su lado.
Un día, Dimitri le propuso a Sara que se casaran y ella, emocionada y feliz, aceptó sin dudarlo. Se juraron amor eterno y comenzaron a planificar su boda con mucha ilusión y entusiasmo.
La boda fue un día mágico, lleno de amor y alegría. Sara y Dimitri se prometieron amarse y respetarse para siempre, y así lo hicieron. Un día, mientras Sara y Dimitri observaban las estrellas desde su jardín, un objeto extraño apareció en el cielo. Una nave espacial aterrizó suavemente en su patio trasero, sorprendiendo a la pareja. Dos seres de otro planeta, seres de luz etérea con formas humanoides, descendieron de la nave.
Estos seres, llamados Lumianos, explicaron que habían estado observando a Sara y Dimitri desde el espacio y habían quedado asombrados por la fuerza de su amor. Resulta que en su civilización, el amor verdadero era una energía única y valiosa que buscaban entender. Los Lumianos ofrecieron a Sara y Dimitri la oportunidad de explorar el cosmos juntos, llevándolos en su nave hacia mundos desconocidos. Aunque la idea era abrumadora, la pareja no dudó en aceptar la invitación. Emocionados, se embarcaron en una aventura que trascendía los límites de su imaginación.
Cuentos de ingenieros 