La sombra del forajido

Por: Erick Federico Ramírez Edgar

En el futuro distópico del viejo oeste, el pequeño pueblo de San Pedro se asentaba sobre las ruinas de una antigua ciudad, rodeado de vastos desiertos y tecnología olvidada. Las personas aún montaban caballos, pero estos tenían implantes cibernéticos y partes mecánicas. El aire siempre tenía un ligero olor a ozono debido a las fallas temporales que ocurrían por la región.

Un día, una figura se materializó desde un portal temporal: Jack «Sombra» Dalton. Montaba un caballo de pura energía negra y llevaba una armadura que parecía absorber la luz. Se decía que era un fugitivo de múltiples líneas temporales.

Don Ramón, no solo era el sheriff sino también el guardián de la «Reliquia», un artefacto que permitía controlar y estabilizar los viajes en el tiempo en San Pedro. Sabía que Dalton venía por ella. Carlos, por otro lado, no solo era un tirador experto sino un ingeniero que mantenía la Reliquia funcionando.

Dalton desafió a Carlos, no en un duelo de armas tradicionales, sino en una batalla de tecnología y control sobre el flujo temporal. El ganador tomaría control de la Reliquia.

La contienda se realizó en la antigua plaza, donde portales temporales se abrían y cerraban. Usando dispositivos que manipulaban el tiempo, los combatientes se movían a diferentes velocidades, disparando proyectiles que podían revertir o acelerar el tiempo.

Finalmente, con la ayuda de Don Ramón, Carlos logró encerrar a Dalton en un bucle temporal, haciéndolo revivir el mismo momento una y otra vez. La Reliquia quedó a salvo, pero el poder que había demostrado durante la contienda dejó a todos en el pueblo asombrados y algo temerosos.

Carlos, reconociendo el peligro de tener demasiado poder, decidió desactivar la Reliquia, asegurando que San Pedro nunca más sería perturbado por viajeros del tiempo. El pueblo celebró con una gran fiesta, no solo por la victoria, sino por la decisión de vivir en el presente y dejar el pasado y el futuro donde pertenecían.

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