Encuentro espacial

Por: Mónica González González

Montse se sentaba frente a la ventana de su habitación, contemplando el resplandor plateado de la luna y las estrellas brillantes en el pavimento. Cada noche, desde que su padre partió hacia el espacio, Montse encontraba una esperanza en el brillo de esas estrellas, sintiendo que conectaban su corazón con el de él, perdido en algún lado de este universo.

José Sánchez, su padre, era un hombre cuyo amor por el espacio sobrepasaba con su amor que tenía hacia su familia. Desde que Montse era apenas una niña, él había compartido con ella su fascinación por las estrellas y los planetas, llevándola de la mano en expediciones nocturnas por el jardín mientras le explicaba las maravillas del universo. Cada palabra que José decía estaba llena de pasión y asombro, y Montse escuchaba con admiración mientras él le contaba historias sobre la inmensidad del universo y los misterios que aguardaban más allá de la Tierra.

La decisión de José de convertirse en astronauta no fue fácil para la familia. Significaba largos periodos de separación y sacrificios, pero José estaba decidido a perseguir su sueño de explorar el espacio. Cuando llegó el día de su partida, Montse lo despidió en el aeropuerto con un gran abrazo y lágrimas en los ojos, prometiéndole que lo esperaría con paciencia y amor

Desde entonces, la vida de Montse había estado marcada por la espera. Cada mensaje suyo significaba una gran esperanza para la pequeña Montse, que miraba por la         ventana hacia su vida en el espacio. José compartía detalles sobre su día a día en la estación espacial, describiendo las vistas desde su ventana, los experimentos científicos que llevaba a cabo y las bromas con sus compañeros astronautas.

Pero a pesar de la emoción de recibir noticias de su padre, Montse también experimentaba una profunda sensación de soledad y nostalgia. Extrañaba los momentos compartidos en familia, las risas alrededor de la mesa, los abrazos de su padre. Las noches eran especialmente difíciles para Montse, cuando el silencio de la casa solo era interrumpido por la vibración del teléfono recibiendo un mensaje de su querido padre desde el espacio

Una noche, mientras miraba las estrellas, Montse, consumida por la tristeza y el deseo de ver a su padre una vez más, prometió que nunca dejaría de creer en el regreso de su padre.

Y entonces, en medio del destello de aquellas hermosas estrellas, Montse sintió una presencia en el cielo. Levantó la vista y vio una nave espacial cruzando la otra calle. Un escalofrío recorrió su cuerpo cuando se dio cuenta de que era la nave de su padre. Por un breve instante, Montse sintió que su padre estaba allí, observándola desde lo alto, antes de que la nave desapareciera en la oscuridad del cielo.

Día tras día, Montse seguía las noticias sobre la misión de José. Cada pequeño logro de su padre en el espacio era motivo de celebración en la Tierra, un recordatorio de su coraje y dedicación. Y mientras el tiempo pasaba, Montse encontraba consuelo en la certeza de que su padre estaba cumpliendo su sueño, explorando el universo y llevando consigo el amor de su familia en cada paso del camino.

Y luego, después de cinco largos años de búsqueda, José finalmente lo logró. Encontró un nuevo planeta, un lugar que la humanidad podría llamar hogar. Y mientras Montse miraba a través de su telescopio desde la Tierra, vio la nave de su padre regresando a casa, una brillante luz en el cielo que anunciaba su triunfante regreso. Cuando la nave aterrizó, Montse corrió hacia ella con lágrimas de felicidad en los ojos, listas para abrazar a su padre y darle la bienvenida de vuelta a casa. Finalmente, la familia volvía a estar unida.

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